1. Introducción a la educación inclusiva.
En los años setenta se produce un cambio de enfoque en la educación especial. Empieza a verse que el punto de partida para organizar la escuela no ha de ser la definición de los sujetos con discapacidad que necesitan ser atendidos ni la de los sistemas de atención privativos o paralelos, sino la consideración de todos y cada uno de los alumnos, con sus necesidades e intereses concretos, lo que llevó a un cambio de enfoque desde distintas perspectivas: legislativa, educativa, científica, académica y profesional asistencial. Este nuevo planteamiento constituye lo que hoy denominamos modalidad educativa inclusiva, que no se dirige solo a un determinado colectivo del alumnado (alumnos con discapacidad, superdotados, con problemas de conducta…) sino a todos, como un paso más en el proceso de avance que parte de la idea de educación para todos los alumnos, articulando la atención a la diversidad como uno de los principios rectores dentro del sistema ordinario, en virtud de su carácter equitativo e integrador de la educación inclusiva.
Para dejar claro que la finalidad de la educación es la mejora del alumno, el actual marco habla de oferta formativa más allá de la enseñanza y de educación reglada. Si la educación puntual fuese consecuencia inmediata de la enseñanza, no tendría sentido hablar de ella, basta con hacerlo de esta última. Dado lo inapropiado del término, la educación que intentamos mejorar al alumno se lleva a cabo a través del proceso de enseñanza. A lo largo de la existencia se manifiestan aprendizajes en el niño y, eventualmente, en el adulto sobre los que es posible influir, esperando que el cambio, preferiblemente una mejora, perdure en el tiempo.
2. Importancia de la educación inclusiva en la sociedad actual.
La transformación de la sociedad actual, que desplaza el tradicional sistema de relaciones locales hacia una estructura más abierta y global, debería favorecer una noción más amplia de ciudadanía, incorporando la diversidad individual como un elemento consustancial de la condición humana, sin menoscabar en ningún momento nuestro denominador común: la dignidad intrínseca. Al hilo de la convicción que pocas personas discuten la urgencia de abordar una educación inclusiva, no está de más recordar cuáles son las raíces y fundamentos de este binomio tan necesario. Y todo ello en el convencimiento de que la educación abierta es una vía segura para la formación de ciudadanos abiertos e incluyentes, una forma eficaz de cooperar a contrarrestar los mensajes que promueven la sociedad cerrada y excluyente. Por tanto, la educación abierta no constituye solo un reto para un tipo de alumnado concreto con características específicas. La educación abierta representa el compromiso educativo con necesidades formativas propias del alumnado en general y, por ende, del resto de la sociedad.
Se trata de una nueva forma de educar que supone un cambio de valores, de principios y, en consecuencia, de actitudes y prácticas. Entendemos la educación inclusiva como un modelo que supone un cambio de la situación general, impuesta por las circunstancias, puesto que el sistema bloquea cualquier posibilidad de movilidad horizontal, como una de las actuaciones posibles para revertir una situación educativa segregadora e injusta. Un modelo que aporta clarividencia a la mejora del sistema educativo en su conjunto. Por tanto, la educación inclusiva no es un método didáctico dirigido a un determinado alumnado o a un tipo de escuela especial, sino la orientación educativa que tiende a perfeccionar el sistema escolar en busca de alternativas.
3. Principios y valores de la educación inclusiva.
Debe ser una escuela inclusiva, donde cuentes con una amplia gama de personas distintas. De hecho, el 10% de los alumnos deben estar identificados como diferentes, en especial los que tienen necesidades educativas especiales. La educación es para todos, de forma que a partir de ahora todos tendremos que pensar cómo enseñar a todo el mundo. Y lo haremos poniendo énfasis en aquellas personas que hasta ahora y por las circunstancias que sean no han recibido respuesta a sus necesidades. ¿Diferencias? Sí, debemos trabajar a partir de las diferencias entre cada persona y su grupo. Pero estas diferencias no pueden ser la base para establecer barreras o vallas, ni para segregar. Tenemos una norma propia, que establece que la educación va dirigida a las necesidades de todos: la máxima diferencia posible y la menor diferencia imprescindible.
A partir de aquí, la escuela no tiene responsabilidad solo para aquellos a los que se considera diferentes. La diversidad y la variabilidad constituirán el propio modelo educativo. Se aceptará, dará la bienvenida, se utilizará para enriquecer el medio en el que se vive y difícilmente se interpretará como un problema: entender esta diversidad no será única ni prioritariamente responsabilidad de la persona a la que afecta. Las aulas deben ser lugares de enseñanza para todos, dentro del criterio de participación. En realidad, del alumnado mayoritario, puesto que ya hemos subrayado que el voluntariado me preocupa especialmente por ser quienes, con su adaptación a cada caso, ayudarán totalmente en este sentido.
4. Legislación y políticas educativas en favor de la inclusión.
España ha experimentado avances reglamentarios, legislativos y sociales tendentes a reconocer y asegurar el ejercicio, respeto y protección de los derechos fundamentales de todas las personas en el ámbito educativo. La Unión Europea inició un nuevo ciclo de programas educativos en 2007 con el lema “Educación y formación 2010”. La principal novedad en relación a los anteriores programas radica en la inclusión de niños y niñas en situación de desventaja en el ámbito escolar. Así mismo, desde 2009 el Consejo de Ministros de Educación ha publicado una resolución en favor de mejorar la educación inclusiva en Europa, en la que se propone que los países que componen la Unión Europea definan y desarrollen políticas educativas inclusivas en sus diferentes sistemas educativos. A este respecto, cada uno de los sistemas educativos presentará anualmente, al resto de estados miembros, un informe donde se describa el contexto documental y legal del mismo, donde refleje el tipo de medidas y acciones que se han desarrollado tendentes a mejorar la calidad y la equidad del sistema, y finalmente donde se planteen las metas que se desean alcanzar para el año siguiente.
Las políticas educativas españolas van en consonancia con dichos propósitos y es de destacar, en el periodo de 2003 a 2007, que el aprendizaje del alumnado con necesidades educativas especiales que presenta necesidades educativas particulares desafiantes “será una prioridad transversal para todo el sistema educativo en general y para las necesidades particulares de aprendizaje, en particular”. Por lo que se refiere al periodo 2008 a 2011, las pautas de cooperación en materia de educación entre las distintas comunidades autónomas son ya de dedicar más atención a los niveles obligatorios, a la reducción del abandono escolar prematuro y a asegurar que la oferta educativa de estos niveles sea inclusiva.
5. Diversidad en el aula: estrategias para la inclusión.
El alumnado de nuestras aulas es muy diverso. Incluso en los denominados grupos homogéneos, los alumnos tienen necesidades o características diferentes. Además, una misma persona puede tener diferentes necesidades en función del momento y dentro de un mismo contexto existen distintos espacios con unas pautas claras que aprenden rápidamente en función de quién va por ellas. Toda esta pluralidad es lo que hace a nuestras aulas tan enriquecedoras y a la vez tan complicadas.
La educación inclusiva que nos incumbe nos debe llevar a atender la diversidad desde el currículum para todos los alumnos, sin establecer planes específicos para pocos, a que se establezcan cauces de participación para el conjunto del alumnado en los ámbitos tanto de aprendizaje del currículum como en la vida del centro, al impulso de medidas de refuerzo y a analizar nuestra práctica docente que afecta a esta diversidad. Para trabajar en el aula con la diversidad, hay que conocer al alumnado, sus características y necesidades. Saber que la diversidad afecta a multitud de aspectos: nivel académico, género, religión, capacidades personales, cultural y social, edad, etc., y seleccionar actividades y materiales que sean significativos e interesantes para el alumnado, que les posibiliten el acceso al currículo y les proporcionen oportunidades. Además, debemos trabajar en un clima de aula donde exista la cooperación entre iguales, la cohesión, la igualdad de oportunidades, el afecto y el aprovechamiento del tiempo, con las mínimas interrupciones para potenciar el aprendizaje de todo el grupo.
6. Adaptaciones curriculares y tecnológicas para la educación inclusiva.
Es imposible asegurar que una persona no tenga necesidades educativas especiales. Por ello, todos los docentes deben estar preparados para la diversidad de su aula y para adaptar el currículo al ritmo, el estilo y la forma de aprendizaje de todos y cada uno de su alumnado. Para ello, disponemos de un abanico de estrategias en las que la figura del profesional adquiere una gran importancia en el proceso. Es el docente quien, a través de los procedimientos de evaluación continuada y con la colaboración de otros profesionales, detectará las diferencias cognitivas y psicomotoras, en los estilos de aprendizaje, en las dificultades de comunicación y relación de los alumnos.
Las adaptaciones curriculares pueden ser individuales o de ámbito mayor o en las estrategias metodológicas para el alumnado. El currículo puede presentarse de modo diferente, alterar la metodología, o llevar a cabo actividades con diferente grado de complejidad o en menos tiempo, lo que permitirá que el alumnado pueda acceder a los objetivos y contenidos. La tecnología, en definitiva, se configura como una herramienta educativa muy relevante en el proceso de enseñanza-aprendizaje que capacita al alumnado para su desarrollo y para conocer y acceder a la información, cultura y conocimientos. Así, el profesorado ha de considerar a la tecnología como una aliada para ofrecer propuestas pedagógicas, una herramienta para realizar diagnósticos y una fuente de recursos y soporte al aprendizaje. Desde el momento en que se aboga por propuestas moleculares o individualizadas para cada alumno, las TIC pueden ayudar al profesorado a abordar de manera distinta los procesos de enseñanza y aprendizaje según las características personales de su alumnado, facilitando la atención a la diversidad.
7. Evaluación y seguimiento del proceso inclusivo.
El Preescolar y el Colegio El Veneros ofrecen un sistema de valoración que acompaña al estudiante en cada uno de los niveles, brindando un espacio para avanzar en el trabajo individual y colectivo de los estudiantes. Para el área comunicativa, se trabaja con el Inventario de Habilidades Comunicativas Funcionales en preescolar; para el desarrollo cognitivo, se valora a través del Inventario del Desarrollo Cognitivo para preescolar; para la dimensión socio-emocional, con el Test de Station para preescolar; y para el desarrollo psicomotor encontramos también inventarios de habilidades psicomotoras. En concreto, la primera valoración añadirá referencia adicional de las anamnesis e informes médicos con los que el centro cuente. En el caso del segundo ciclo de educación infantil, preferiblemente, el conductor de la prueba de la expresión oral será la persona que conozca a la mayor parte del alumnado. Como apoyo, el colegio pone a disposición las pruebas del Plan Cor. Ello, después de tres años de implantación, ya atendiendo a la atención a la diversidad, tiene un conocimiento amplio del grado de adquisición de las competencias comunicativas. Por ello, el conocedor del nivel que deberían mostrar y de las necesidades que presentan los distintos componentes del alumnado.
En relación al centro, el Colegio El Veneros es un centro sumamente inclusivo donde se plantean diferentes medidas de atención que van desde actuaciones encaminadas a la prevención, visibilidad y coordinación de actuaciones conjuntas entre el equipo de profesionales, dípticos de pautas a seguir, actividades formativas, preparación de materiales, etc., hasta diferentes medidas de refuerzo y diversificación. Parte de las medidas llevadas a cabo para la mejora de la inclusión de su alumnado se destaca el trabajo durante el desarrollo profesional del profesorado. La escuela dispone de su plan de formación interno, habiéndose dedicado gran parte de dicha programación de los tres años del plan para el conocimiento, desarrollo y evaluación global del plan referido a la diversidad.
8. Formación del profesorado en educación inclusiva.
No es fácil orientar sobre el buen desarrollo de la educación inclusiva del alumnado que presenta deficiencias con necesidades específicas de apoyo educativo. Ello trastorna el desarrollo cotidiano del proceso de enseñanza-aprendizaje en la práctica escolar. Dada su "corriente marabunta" motivada por la inclusión de estos alumnos en el aula ordinaria de los centros, cuyo ritmo ha de conciliarse con el resto del alumnado en su transitar al aula específica, está claro que la coincidencia de profesionales y alumnos – trabajadores en la práctica – en el "aula específica", también ha cambiado.
Enfocado este problema desde un punto de vista de atención a la diversidad y la globalización de distintas necesidades presentes en el aula, hace necesario que, atendiendo a la diversidad, se propongan unas tareas tan ilusionantes como responsables en el aula a aquellos alumnos con necesidades específicas de apoyo educativo señalados. Expongamos las principales tareas a realizar con los alumnos en esta situación. En gran medida, se trata de tareas semejantes a las que llevaríamos a cabo con "todos los alumnos como participantes activos, manteniendo una atmósfera informal y relajada; con el diseño e implementación de proyectos de aprendizaje transcurricular; al servicio de los alumnos; con actividades que sean una extensión de las actividades diarias de la vida real; con la inclusión de las inteligencias personales, etcétera". "Debemos trabajar sobre la globalidad de los aprendizajes, fomentar los aprendizajes significativos, trabajar sobre el contenido y estructura de la información, inculcar métodos de aprendizaje, utilizar técnicas para mejorar la memoria, enseñar a planificar el tiempo...".
9. Alianzas entre la escuela, la familia y la comunidad.
Lo primero que tienes que hacer es ver quiénes son tus colaboradores potenciales. Por supuesto, la familia es el primer elemento, y también todos los prestadores de servicios, docentes y otros que puedan contribuir desde instituciones. Qué recursos son necesarios o deseables. Visita instituciones o asiste a reuniones con el fin de acercarte a las personas y entregar información. Sé claro en los alcances y los beneficios de la tarea que asuman a fin de potenciar su participación activa. Convoca a los padres o personas responsables de los estudiantes y a la comunidad en general, invitándoles a colaborar en la planificación de los aprendizajes, en el análisis de los resultados y en la realización de actividades complementarias en la escuela.
Recuerda que para lograr una buena alianza con las familias tienes que tener una comunicación constante y en ambas direcciones a través de diferentes estrategias y recursos, y dar a conocer a la comunidad escolar todas las actividades que se realicen con la comunidad.
Permite la participación de los estudiantes en la elección y la ejecución de actividades complementarias para que se sientan comprometidos y que valga la pena su aporte. Propicia encuentros sistemáticos de trabajo con el fin de afianzar una participación que gire en torno a objetivos definidos que tengan como consecuencia aprendizajes concretos. Establece una colaboración permanente con las instituciones de educación parvularia, en primer lugar para conocer a los estudiantes antes de que lleguen a primer año básico, pero también para compartir los aprendizajes adquiridos en relación a la enseñanza. Coordina actividades con las redes de apoyo de los sectores de salud, justicia, educación especial, municipio y policía local. Ayuda y guía a los maestros en la creación y uso de estrategias de colaboración con diversas organizaciones de la comunidad para llevar a cabo proyectos que conecten de manera importante los aprendizajes con su contexto sociocultural.
10. Inclusión de personas con discapacidad en la educación superior.
Desde 2006, la Universidad de Castilla-La Mancha lleva a cabo la implementación del Modelo de Apoyos Individualizados para la inclusión plena en la vida académica de los 651 estudiantes con discapacidad que han recibido atención especializada en el Centro Regional de Formación del Profesorado e Innovación Educativa, que proporciona un protocolo personalizado de adaptaciones individualizadas para superar cualquier barrera que pueda dificultar el acceso, la participación y el desempeño de los estudiantes en toda la universidad. Desde 2007, se ofrece el Programa de Acogida y Atención Educativa, coordinado por los Centros de Excelencia de Educación Universitaria, a los universitarios con discapacidad, cuyo objetivo es facilitar su acceso a la universidad y su desarrollo académico, social y personal.
Asimismo, en la universidad se ha creado la Oficina de Acción Solidaria y Cooperación que oferta la participación en actividades de voluntariado, destinadas a los estudiantes para su posible convalidación académica. Motivar a las personas es vital en su desarrollo personal; el fomento del voluntariado en la educación superior es vital y más aún para los estudiantes con discapacidad, los cuales podrán desarrollar habilidades transversales, actividades que pueden contar como su actividad formativa, como créditos, y que aumentarán su currículum, lo que les permitirá una incorporación al mercado laboral.
En nuestra universidad, el Vicerrectorado de Política Académica y Calidad acompaña a las modalidades semipresenciales y virtuales en sus desarrollos académicos en la implementación y seguimiento dentro del Prado, para que estos estudiantes puedan cursar adaptaciones que eliminen barreras a la educación y a la accesibilidad. También, si es necesario, que se revise la funcionalidad de las herramientas tecnológicas a las que ofrece el acceso. Para asegurar un uso adecuado, los profesores supervisan las políticas de control de plagio, seguridad informática y buenas prácticas en el uso de herramientas educativas. Estas políticas pueden necesitar cambios para evitar la discriminación.
11. Educación inclusiva y equidad de género.
Según la equidad de género, tiene tres dimensiones: - Dar igual atención a las necesidades y logros de todos los niños. - Facilitar a los estudiantes posibilidades para que desarrollen sus capacidades, gustos e intereses, independientemente de su condición de género. - Fomentar actitudes y comportamientos interpersonales en el centro, que den pie a la participación, cooperación, respeto y reconocimiento de los chicos y chicas. La educación inclusiva modifica sus planteamientos normativos para generar aprendizajes equitativos, aspirando al máximo progreso y aplicación práctica de las capacidades de todas las personas. Las teorías pedagógicas más antiguas, basadas en la etapa de ilustración y la diferenciación por sexos, para muchos centros, son erróneas. Además, los currículos y las metodologías más decimonónicas no han cambiado lo suficiente, con la caída de los muros y las diversas reformas educativas. Los métodos de evaluación y acreditación de aprendizajes siguen siendo diferentes.
Las teorías críticas y socioculturales han ido incorporando su enfoque a macromodelos inclusivos pretendidos. En 'escuelas que aprenden' se defiende aprender en comunidad, con aulas cooperativas y sistemas de apoyos descentralizados. En una versión de la educación bilingüe e intercultural, hay que buscar crear propuestas metodológicas que faciliten la participación de todo el alumnado, atender una 'interculturalidad crítica' que analice contextos, explicite objetivos y revisite contenidos; ha de conseguir eliminar los efectos perniciosos e incorporar los beneficios de la diversidad cultural escolar.
12. Innovaciones y buenas prácticas en educación inclusiva.
Existen diferentes estrategias didácticas que se han mostrado eficaces para estudiantes con y sin discapacidades. Ejemplos de estrategias que han tenido éxito son las tutorías entre iguales, es decir, practicar que estudiantes de un curso o ciclo hayan tutorado a un grupo de compañeros de cursos inferiores; el uso de rincones o puestos de trabajo desdoblados para espacios curriculares; aula invertida; algoritmo basado en números para la enseñanza de la matemática; el trabajo cooperativo, las rúbricas o la gamificación. Estos ejemplos solo son una muestra de la cantidad de metodologías y herramientas que podemos utilizar en el aula, todas ellas inmersas en el aprendizaje basado en competencias, en la atención a la diversidad y a la inclusión, y en la innovación.
Es por ello que quisimos apostar, a través de esta publicación sobre educación inclusiva, en ofrecer materiales y recursos de diversos tipos para que los equipos docentes se cuestionen sobre la práctica educativa que desarrollan en su aula y el porqué de su funcionamiento. Deseamos que esta publicación se convierta en un documento vivo, enriquecido por la contribución de las y los profesionales de la comunidad educativa, compuestos por toda la diversidad de estudiantes con la que cada docente cuenta y que son el bien más preciado de cada centro educativo. Algunas de estas experiencias ya creen en la publicación anterior, precisamente sobre metodologías innovadoras.
El futuro es inclusivo.
La educación inclusiva no es una opción; es una necesidad en un mundo cada vez más diverso y complejo. Al crear aulas donde todos los estudiantes pueden aprender y crecer juntos, no solo estamos mejorando el rendimiento académico, sino también construyendo una sociedad más justa y equitativa.
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